El retablo de Poblet, de alabastro de Sarral y de Ollers, fue contratado por el abad Pedro Caixal y el escultor Damián Forment el 2 de abril de 1527. En 1529, antes del plazo previsto, ya estaba colocado, según consta en la inscripción del bancal.
- Esta obra significó la introducción del nuevo gusto artístico —renacimiento— en nuestro país. Está dedicado a la Virgen, que ocupa la hornacina central, rodeada por un grupo de tres santos (Guillermo, Bernardo y Malaquías), a la izquierda, ya la derecha, tres santas (Columbina, Úrsula y Florentina). En la base, muy dañadas, cinco escenas de la Pasión (la oración en el huerto de los Olivos, el arresto de Jesús, Jesús azotado en la columna, el Ecce Homo y el camino del Calvario). Y en la parte superior, los siete gozos de la Virgen (la Anunciación, el Nacimiento de Jesús, la Adoración de los Magos, la Resurrección de Jesús, la Ascensión, Pentecostés y la Dormición de la Virgen María). En el piso superior, los apóstoles con la imagen de Cristo Salvador bendiciendo en el centro. Y en el ático, coronando el retablo, el Calvario.
- El retablo de Forment, contemplado en su conjunto, a la luz blanca tan abundante de la iglesia abacial, desprende una espiritualidad que podríamos llamar del gozo: gaudium claritatis. Una espiritualidad muy cisterciense, delicada y humana.
- La ejecución de esta obra importante provocó un pleito entre la comunidad y el escultor. La comunidad encontraba defectos en las medidas de todo el conjunto y en la calidad del alabastro. El escultor, por su parte, aducía que le habían hecho introducir cambios cuando los trabajos ya estaban en curso. Debe tenerse en cuenta además el suceso turbulento de la destitución del abad Caixal, en 1531, por problemas de corrupción.