A LOS PIES DE LA IGLESIA, a poniente, frente a la bella y tan desconocida puerta románica, se añadió, en el siglo XIII, un pórtico: lo construyeron seguramente apenas terminada la portada, ya que ésta no presenta señales de erosión. Un siglo más tarde, al construirse la muralla de Pedro el Ceremonioso, este espacio quedará completamente cerrado, en penumbra, formando como una especie de vestíbulo al que se debía acceder por los lados, siempre intramuros. En este nártex o galilea, situado a poniente, el lugar de la oscuridad, se inicia la peregrinación hacia la luz, hacia Jerusalén, hacia el presbiterio luminoso de la iglesia con su cabecera orientada a levante.
- Preside la puerta románica del templo abacial un magnífico crismón. Vemos en él las letras griegas X (ji) y P (ro) de la palabra Christos (ΧΡΙΣΤΟΣ). Se le ha añadido un palo horizontal para dibujar una cruz. En el centro, la figura del cordero místico, el Agnus Dei que quita el pecado del mundo (Jn 1,29), nimbado y llevando la cruz victoriosa, que, además del evangelio de Juan, remite al Apocalipsis , al cordero de pie como degollado, victorioso, que abre los siete sellos, el sentido de la historia y del tiempo (Ap 5,5 ss). La victoria también está simbolizada por la orla que enmarca todo el conjunto. Tenemos, colgando de los extremos del palo horizontal, las letras Alfa (Α) y Omega (Ω) (Ap 1,8 y 22,13), y la Sigma (Σ), de la misma palabra Christos, enroscada en el palo vertical. Según una interpretación, la P significa el Padre, el Α y el Ω el Hijo (de doble naturaleza, hombre y Dios), y la Σ el Espíritu Santo. Por tanto se trata también de un símbolo trinitario. La Σ o S que se enrosca como una serpiente en el palo de la cruz indica también la victoria de Cristo sobre el mal. ¿Por qué en el tímpano de la puerta?: «Yo soy la puerta» (Jn 10,0). Entramos pasando por la puerta, que es Cristo, para identificarnos con su misterio pascual: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor». Una inscripción en el mismo tímpano recuerda la segunda consagración de la iglesia, hecha el 13 de noviembre de 1695 por el arzobispo de Tarragona José Llinás durante el abadiato de Pedro Albert.
- El abad Juan de Guimerá (1564-1583) encomendó la construcción y escultura del retablo del Santo Sepulcro, que fue contratado en 1580 a Andrés Ramírez, entonces vecino de la Espluga de Francolí. Entrando, a mano derecha, este monumento, hoy restaurado, invita al recogimiento ya la oración con la emotividad de sus figuras reunidas en torno al cuerpo exánime de Jesús. Contemplamos a José de Arimatea y a Nicodemo en el cabezal y a los pies del Señor, tomando la sábana de amortajar, en el centro la Madre dolorosa, con Juan, y completando el conjunto, las tres marías: María Magdalena, María de Cleofás y María Salomé.
- En la antigua capilla de la Virgen de los Ángeles, un calvario, de procedencia castellana, donación de una familia devota del monasterio, con las figuras sobrias y severas del Crucificado y, a los pies de la cruz, de María y Juan, complementa el espacio de este nártex, que se encuentra siempre en una semipenumbra luminosa y recogida.
- En 1717 el antiguo retablo de la Virgen de los Ángeles, del siglo XVII, situado en la actual capilla del Calvario, fue trasladado a la nueva ermita de los «Torrents» (Vimbodí) construida entre 1714 y 1716. El monje de Poblet fray Magín Alandó, boticario de la comunidad, patrocinador de la nueva iglesia de los «Torrents», de su propio peculio, contrató, el 1º de mayo de 1713, un nuevo retablo al escultor Isidro Espinalt para el altar de la galilea de Poblet. La imagen de alabastro de la Virgen de este retablo se conserva en una colección privada de Viñols y els Arcs.